Creo siempre saber todo, de estar segura de lo que quiero, pienso y siento.
Me creo poderosa ante todo, pero no, soy débil porque cuando llega el momento de jugarsela ahí sí NO SE NADA, ni lo que quiero ni que es mejor o peor.
lunes, 31 de agosto de 2009
Nunca se sabe lo que pueden traer las nuevas olas, porque las olas llevan y traen, las olas nos modifican, nos transforman, nos hacen vivir.
A veces es cierto, las nuevas olas nos dan miedo, nos desconciertan, pero bueno, hay que subirse a las nuevas olas, surfearlas, barrenarlas, vivirlas… hay que animarse a pegar el volantazo de una vez y cambiar el rumbo.
El milagro del amor es la gran nueva ola, es ese cambio que nos arrasa, que te transforma, que te hace otro. El milagro del amor trae todas las respuestas que buscamos, todos los cambios que necesitamos. Hay que confiar en que el amor va a hacer su milagro y que ese milagro será siempre arrasarnos, renovarlos, hacernos renacer.
Alguien cantaba alguna vez “mientras miro las nuevas olas yo ya soy parte del mar”, un genio. Hay que subirse a la ola y barrenarla, porque no se puede frenar el cambio, hay que cambiar con él.
domingo, 30 de agosto de 2009
miércoles, 26 de agosto de 2009
Lo que deba ser, sera.
¿Quién escribe el destino? ¿Somos marionetas del destino? O ¿controlamos nuestras vidas?
Cada día avanzamos en nuestra vida, inocentemente, mientras la trama se va entrelazando, mientras el destino se va configurando…
Podemos cambiarlo, pero tarde o temprano, el destino viene a buscarnos….
El destino es como un ejército de hormigas laboriosas. Miles de hormiguitas haciendo su parte del trabajo. Uno cree que controla su vida, pero el destino lentamente se va configurando. Una serie de circunstancias, decisiones y casualidades van construyendo el destino. Cabos sueltos, detalles ínfimos, imprevistos.
El destino es una gran chef que mezcla los ingredientes preparando el plato que tiene para nosotros. Es una maquinaria precisa y minuciosa que va reuniendo todas las piezas. Dormimos, amamos, trabajamos o cantamos ajenos a los que el destino escribió para nosotros…
¿Quien escribe el destino? ¿Nosotros? ¿Alguien? ¿Un dios? ¿Varios? ¿Nadie? ¿Todo es azaroso?. Nos sentimos artífices, alquimistas. Nos creemos dioses poderosos e invencibles, y solo somos marionetas del destino…
En el lugar menos pensado, de una manera imposible de imaginar, todo se va armando. Avanzamos inconscientemente mientras la trama se va entrelazando de forma misteriosa, un mecanismo de relojería asido por el destino. Aunque corramos en la dirección contraria no se puede escapar, porque no somos nosotros lo que vamos hacia el destino, sino este el que viene a buscarnos tarde o temprano…
El destino es como un señor muy viejo y sabio, es un profesional de todas las profesiones. El destino a veces es realista, urde y entrelaza la trama con pericia. Como buen guionista pone personajes en el momento y en el lugar indicado que permite que la acción avance hacia donde él quiere que avance. Así escribe el destino, dando giros a la historia permanentemente.
El destino es un gran ingeniero. Hace grandes construcciones, joyas de ingeniería. Con paciencia milenaria construye castillos inmensos. Cuida cada detalle, encaja las piezas con precisión, pero, el destino construye sus castillos con cartas de mesa. Una mala movida, una sola carta que se saque y el castillo colapsa.
El destino es estratega. Mueve las fichas, despliega sus tropas en el campo de batalla y sabe cómo dar su golpe certero…
El destino es como un superhéroe con poderes ilimitados, puede todo. Puede con todo. Pero como todo superhéroe tiene una debilidad, y la debilidad del destino, son las acciones humanas. Eso, es lo único que puede cambiarlo como una simple piedrita verde puede debilitar a Superman, lo único que puede cambiar el destino, son las acciones humanas…
Las acciones y decisiones acertadas podrán cambiar el destino, o ir finalmente a su encuentro, pero en definitiva, lo que deba ser, será.
Cada día avanzamos en nuestra vida, inocentemente, mientras la trama se va entrelazando, mientras el destino se va configurando…
Podemos cambiarlo, pero tarde o temprano, el destino viene a buscarnos….
El destino es como un ejército de hormigas laboriosas. Miles de hormiguitas haciendo su parte del trabajo. Uno cree que controla su vida, pero el destino lentamente se va configurando. Una serie de circunstancias, decisiones y casualidades van construyendo el destino. Cabos sueltos, detalles ínfimos, imprevistos.
El destino es una gran chef que mezcla los ingredientes preparando el plato que tiene para nosotros. Es una maquinaria precisa y minuciosa que va reuniendo todas las piezas. Dormimos, amamos, trabajamos o cantamos ajenos a los que el destino escribió para nosotros…
¿Quien escribe el destino? ¿Nosotros? ¿Alguien? ¿Un dios? ¿Varios? ¿Nadie? ¿Todo es azaroso?. Nos sentimos artífices, alquimistas. Nos creemos dioses poderosos e invencibles, y solo somos marionetas del destino…
En el lugar menos pensado, de una manera imposible de imaginar, todo se va armando. Avanzamos inconscientemente mientras la trama se va entrelazando de forma misteriosa, un mecanismo de relojería asido por el destino. Aunque corramos en la dirección contraria no se puede escapar, porque no somos nosotros lo que vamos hacia el destino, sino este el que viene a buscarnos tarde o temprano…
El destino es como un señor muy viejo y sabio, es un profesional de todas las profesiones. El destino a veces es realista, urde y entrelaza la trama con pericia. Como buen guionista pone personajes en el momento y en el lugar indicado que permite que la acción avance hacia donde él quiere que avance. Así escribe el destino, dando giros a la historia permanentemente.
El destino es un gran ingeniero. Hace grandes construcciones, joyas de ingeniería. Con paciencia milenaria construye castillos inmensos. Cuida cada detalle, encaja las piezas con precisión, pero, el destino construye sus castillos con cartas de mesa. Una mala movida, una sola carta que se saque y el castillo colapsa.
El destino es estratega. Mueve las fichas, despliega sus tropas en el campo de batalla y sabe cómo dar su golpe certero…
El destino es como un superhéroe con poderes ilimitados, puede todo. Puede con todo. Pero como todo superhéroe tiene una debilidad, y la debilidad del destino, son las acciones humanas. Eso, es lo único que puede cambiarlo como una simple piedrita verde puede debilitar a Superman, lo único que puede cambiar el destino, son las acciones humanas…
Las acciones y decisiones acertadas podrán cambiar el destino, o ir finalmente a su encuentro, pero en definitiva, lo que deba ser, será.
jueves, 20 de agosto de 2009
martes, 18 de agosto de 2009
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